viernes, 6 de enero de 2017

Y LOS MAGOS DE ORIENTE VISITARON SANTAELLA


La tarde mágica del 5 de enero volvió a brillar en Santaella. Sus Majestades, los Reyes de Oriente, se pasearon junto a su Séquito Real por las calles de nuestro pueblo, repartiendo sonrisas endulzadas con caramelos y alguna que otra sorpresa más.


El Rey MELCHOR

El Rey GASPAR


El Rey BALTASAR

Fueron muy puntuales y a las 5 de la tarde comenzaron a recorrer la calle Villargallegos para enfilar la calle silos y posteriormente subir hacia el centro del pueblo por la calla Blas Infante, cuando en la confluencia con la Redonda, el Rey Baltasar ordenó a su séquito que el cielo se abriera y una lluvia de balones cayó sobre las cabezas de los niños.

Igual ocurrió con el Rey Gaspar, ya adentrados en las calles del pueblo, ordenó a los ángeles de cielo que llovieran los balones.






Ahora toca disfrutar de los regalos ofrecidos por sus Majestades y esperar un año para que vuelvan por las calles de nuestro pueblo.

Pero.. .. cuanta la leyenda, que había un cuarto Rey Mago y que ayudaba a todas las personas que se encontraba en su camino, lo que hizo que cuando llegó al pesebre donde nació Jesús de Nazaret, ya no había nadie, todos huyeron ante la amenaza del Rey Herodes. Esta es la Leyenda.


LA LEYENDA DEL CUARTO REY MAGO

Hay una leyenda que, sin ser parte de la Revelación, nos enseña lo que Dios espera de nosotros:

Se cuenta que había un cuarto Rey Mago (ARTABÁN), que también vio brillar la estrella sobre Belén y decidió seguirla. Como regalo pensaba ofrecerle al Niño un cofre lleno de perlas preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personitas que iban solicitando de su ayuda.

Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia, e iba dejándole una perla a cada uno. Pero eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y miserables y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.

Sucedió que cuando por fin llegó a Belén, ya no estaban los otros Magos y el Niño había huido con sus padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo. El Rey Mago siguió buscándolo, ya sin la estrella que antes lo guiaba.

Buscó y buscó y buscó… y dicen que estuvo más de treinta años recorriendo la tierra, buscando al Niño y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén justo en el momento que la multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre. Mirándolo, reconoció en sus ojos algo familiar. Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de la estrella. Aquel miserable que estaba siendo ajusticiado era el Niño que por tanto tiempo había buscado!!

La tristeza llenó su corazón, ya viejo y cansado por el tiempo. Aunque aún guardaba una perla en su bolsa, ya era demasiado tarde para ofrecérsela al Niño que ahora, convertido en hombre, colgaba de una Cruz. Había fallado en su misión...

Y sin tener a dónde más ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte.

Apenas habían pasado tres días cuando una luz aún más brillante que la de la estrella, llenó su habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro!

El Rey Mago, cayendo de rodillas ante Él, tomó la perla que le quedaba y extendió su mano mientras hacía una reverencia. Jesús le tomó tiernamente y le dijo:

“Tú no fracasaste. Al contrario, me encontraste durante toda tu vida. Yo estaba desnudo, y me vestiste. Yo tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber. Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres que atendiste en tu camino.

¡Muchas gracias por tantos regalos de amor, ahora estarás conmigo para siempre, pues el Cielo es tu recompensa!

Desde estas páginas, lanzamos una idea que puede ser maravillosa. Desde aquí INVITAMOS a todas las HERMANDES y GRUPOS de Semana Santa a que construyan una carroza y que participen con los REYES MAGOS. A fin de cuentas, es la tarde-noche más mágica del año y entre todos haremos que esa tarde-noche sea más maravillosa.



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