MI CRUZ DE
GUÍA PIDE LA VENIA
Pide la venia mi personal
cofradía, porque del barrio del Santo Cristo vengo, con una caja de cartón por
parihuela, a mostrarle a los presentes lo que por esta hermandad siento.
Pasa y toma asiento,
no temas por mí, que solo no vengo. Me acompañan esta hermosa noche, un grupo
de ángeles abolengos. Dispuestos a batir sus alas al viento, para hacer brotar
mi más humilde palabra, y el más bello de mis sueños. Ellos, que en un barrio
de las afueras, vieran crecer a este niño pregonero. Sienten suya esta hermandad,
por la gracia derramada de los profetas, que a este mundo me trajeran. Ya está
mi Cruz de guía en el dintel de la puerta. La porta Ángel, vuestro Presidente, que
con maestría torera, calle Capitán Gualberto abajo viene con ella. Despacito
con buena letra, me trae mi primo Fali de la mano. Por la barrera abajo de
diputado de tramo. Marcando el paso a la hermandad entera. Él que con paciencia
tabernera. Tantas noches estuviera en esta casa, para que casa de hermanos
fuera. Traigo por camarera a mi prima Loli, la que con manos de monja tejiera, las
ropas de nazareno que yo luciera, y encajes de enaguas blancas para debajo de
una saya torera. Entre Dolores y Juana, y entre Inés y Teresa. Con geranios,
claveles y rosas de sus macetas. Con olores de jazmín y perfume de azucena,
Trae mi San Juan las flores puestas. Ya está el paso en la calle. Y suena su
banda, tocando estrella sublime en aquella calle estrecha. Ya revira el paso la
esquina de la plaza y enfila la calle Corredera. Arria el paso capataz. Que me
ha tocao el relevo, de pregonar nuestro credo. Hecha los zancos al suelo y
vente con esta cuadrilla, que hoy aquí habla un “Soleano” con la venia
concedida, y que cruza la puerta del lugar al que llaman de los lagartos. Y me
asomo a este balcón a contar verdades vividas. Desde este atril, diana de punto
de miras, vengo a decir. Que hoy no es Viernes Santo, pero como si lo fuera.
Que este que les habla, el niño de la Rosario, el de Progreso o el de “Vodafon”,
viene hacer penitencia en su estación.
Queridos hermanos y
Junta de Gobierno de la Hermandad, Querido José Francisco, Párroco de la Asunción,
hermanos y hermanas todos en Cristo:
Les confieso que estar
aquí es un sueño. Cuando vuestro Presidente me llama para pedirme que intervenga
en este acto, dudé. ¿Pregonar el cartel de San Juan yo que no soy hermano de
esta Hermandad? ¿Pregonar un cartel yo que, como el Cervantes de “El Quijote”,
el verso-la poesía es don que el cielo no quiso concederme? ¿Pregonar el cartel
dela Hermandad de la Juventud, a mi edad!? Tenía dos caminos: decir que Si o
decir que No. Pero me acordé de ese viejo proverbio hindú que aconseja “cuando
no sepas qué camino escoger, elige el del corazón. Así no te equivocarás
nunca”. Y aquí me tenéis. Deseo, de corazón, que los equivocados no hayáis sido
vosotros pensando en mí… porque al contrario, al elegir a mi compañero de esta
tarea, el Señor Juan Ruz, sí que ha sido un gran acierto.
Y mi corazón me habló,
mi corazón se estremeció al ver una añeja foto de mi padre vestido de San Juan
y a mi madre de mantilla, mi corazón se estremeció al recordar a mi tía
Dolores, la más San Juanera y a mi tía Juana. Mi corazón se estremeció al
recordar la cantidad de túnicas verdes colgadas en la Posá y entre ellas una
negra. Mi corazón se sintió obligado con mis primos, con el Fali, con Cristóbal
el de la Inés, con Miryam, con Rafa, con Juan Manuel, con el Mou, con María y
por supuesto con mi Belén. Por tanto, comenzamos . . .
“La Virgen María
contempla con sereno dolor el cuerpo inerte de Jesús. Nicodemo y José de
Arimatea introducen el sagrado Muerto en la Sepultura. Y Juan el Evangelista
podrá dar testimonio “de que habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”
. . . y recordando las palabras de Jesús, Juan, ahí tienes a tu madre . . .
“Dame tu
mano María,
La de la
negra toca.
Clávame
tus siete espadas
En esta
espalda baldía…
Aquí, en
mi torpe mejilla
Quiero ver
si se retrata
Esa
lividez de plata,
Esa lágrima
que brilla.
Deja que
en lágrimas bañe
La orla
negra de tu manto
A los pies
del árbol santo
Donde tu
fruto mustia.
Capitana
de la Soledad:
No quiero
que sufras tanto”
Setenta años de
Pasión. Así he querido titular este cartel que conmemora una fecha grabada en
la memoria para esta Hermandad. Setenta años de Pasión “San Juanera”, setenta
años de verde y rojo. Y que mejor lugar para plasmar la imagen de San Juan que
la de su propia Casa, la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Ella al
fondo. Y fue así porque el propio Jesús lo dejó dicho, “Madre, ahí tienes a tu
hijo”, “hijo, ahí tienes a tu Madre” y esa es la imagen captada para el cartel.
Ese es el mensaje que he querido transmitir. Podemos buscar a un San Juan en
otro contexto, en otro lugar, pero nunca nos podrá transmitir el mandato dado
por Jesús.
Nos encontramos
frente a la dicotomía del Blanco y negro frente al color. El color de la vida y
el gris de la tristeza. El color del trabajo y del gris de la pena. Pero así
fue escrito. San Juan tomó a María como
a su Madre tras la muerte de su Maestro. Me fijé en la mirada, esa mirada
altiva, sin atreverse a culminar una mirada al cielo. Una mirada sin querer pasar
de lo terrenal a lo celestial.
No era su momento.
San Juan tenía el compromiso de cuidar a la madre del Salvador. Su mirada por
tanto es reflejo de esperanza.
Poco más hay que
decir de esta estampa. Solo espero que la valoréis más con el corazón y con la
fe que por una simple foto. Recordad siempre que la Cuaresma es tiempo de
Conversión y que este cartel es mi deseo y espero que el que pregone vuestra
Semana Santa.
Para terminar,
permitidme estas palabras:
Póngame yo de
rodillas, ante vosotros, juventud cofrade. Sois símbolo envidiable de esta Semana
Santa, fruto del tiempo robado a vuestros estudios. Seguidores de un Nazareno,
y apoyo sin flaqueza de este que habla, que aunque un poco malaje, en cuaresma
busca vuestra entereza constante. Bienaventurados seáis, que con vuestras manos
salen limpios de cera, candeleros a la calle. Con vuestro refregar, papel en
mano y bote de espray, reluce la madera más bella. Ponte a limpiar
guardabrisas, que por cada cinco que limpies, abras roto tres. Aprende a atar
cordones, a enderezar candelabros, hasta
que te quedes con el brazo de uno de ellos en la mano. Saca a relucir el brillo
de una jarra, hasta que se muestre en ella, el reflejo de tu cara. No dudes en
mandar a rectificar, una vela torcida. Y Ata bien los lazos de los faldones, y
aprieta bien la tuerca. Ponte a cortar esponjas, que son cinco, dos para las
esquinas, otras dos para delante y el más hermoso a sus pies. Si por ti no fuera, las flores del paso no
saldrían tan frescas. Y las varas del cortejo, no perecerían nuevas. Yo me
tengo a bien de imponeros, el titulo de prioste, en el bachillerato de vuestra
vida. Que no olvidéis los ratos vividos, limpiando madera y pespunteando
cuaresmas. Empieza a contar días para atrás, que todo esté en perfecto estado
el día más esperado, y que el Viernes Santo sea cuando cambies de calendario.
Muéstrate firme en tu conducta, no flaquees de tu FE y tu creencia, y si
alguien quiere poner oscuridad a tu luz, siempre decid.
“yo soy de San Juan”